El otro día me topé con un viejo amigo al que hacía tiempo que no veía. Me hizo mucha ilusión el encuentro. Le había conocido con motivo de una conferencia que dimos juntos en la Escuela de Organización Industrial. Recordamos el tema que impartimos («El falso Líder«) y eso nos dio pie para hablar de muchas otras cosas.
Como los dos somos «jubilados activos«, dimos un repaso a muchas de las cosas que habíamos innovado y creado en nuestros entornos de trabajo. Pioneros en muchas aventuras, de las que nos sentíamos muy orgullosos. Siempre dedicados al mundo mágico de «las personas». Trabajo difícil, pero apasionante. ¡Cuanta gente habremos visto y tratado a lo largo de nuestra carrera profesional!
Nos fuimos a una cafetería y empezamos a comentar temas de actualidad. Muchas incertidumbres, aunque quisimos ver el panorama con sentido positivo, la realidad pudo con nosotros. Coincidimos en un tema: la masificación. Vemos que hoy existe una marea contagiosa que nos lleva a un mundo despersonalizado. Todos igual. No hay lugar a la discrepancia. Estamos perdiendo la singularidad, la personalidad, lo exclusivo, lo diferente. Si no piensas como todo el mundo serás tachado de negacionista, facha, retrogrado, trasnochado y otras lindezas… ¡Que pena! Y esto en tiempos modernos, tiempos «democráticos».

Vas por la calle o tomas un transporte público y sólo verás gente pegada a una pantalla o con unos auriculares en las orejas, gente que vive aislada. Gente que sólo sabe darle al dedo para pasar de un video a otro en Tik Tok o Instagram. Gente que no acaba de valorar lo que es el tiempo. Da miedo pensar que una juventud que ha nacido con los dedos y los ojos puestos en una pantalla la mayor parte del día, rija en un futuro nuestros destinos.
Como no, también hablamos de los políticos. Esos seres que solo piensan en las encuestas, en las listas, en las prebendas, en ganarse la vida… Ansían el poder, no para solucionar la vida de los ciudadanos, sino para apoltronarse en el poder e imponer ideologías que la gente no reclama, pero que ellos se empeñan en hacernos creer lo contrario. La manipulación es la herramienta más peligrosa y antidemocrática que existe. Pero es la que se utiliza hoy. Publicidad invasiva, redes sociales, prensa, televisión, ruedas de prensa de políticos, tertulias radiofónicas, etc…
Nos dio la hora del almuerzo y nos emplazamos para un próximo encuentro en donde podamos abordar temas con más profundidad y detalle. Gracias amigo por enseñarme cosas nuevas…