El cruel retrato de la «Europa moderna»

En el año 2000, el coche más vendido en Europa era el Volkswagen Golf, símbolo de una Europa industrial, productiva y segura de sí misma. Un coche robusto, fabricado por trabajadores bien remunerados, con acero europeo, motores alemanes y orgullo por la ingeniería. En 2025, el coche más vendido es el Dacia Sandero, fabricado en Rumanía, con componentes repartidos entre Turquía, Marruecos y China. Este es el progreso europeo.

Pasamos de producir lo que el mundo compraba a comprar lo que el mundo produce. De fábricas abarrotadas a “centros de innovación” llenos de presentaciones de PowerPoint. De ingenieros de motores a responsables de “sostenibilidad” e “inclusión”.

Europa se ha transformado en el continente de los informes bonitos y las carteras vacías. La destrucción del sector industrial europeo En el año 2000, la industria representaba casi el 20% de la economía de la eurozona. Hoy ronda el 13%, y en países como Francia ha caído por debajo del 11%. La producción de acero —base de cualquier economía sólida— ha disminuido un 30% desde 2008, según la Asociación Mundial del Acero.

Entre 2023 y 2024, la producción industrial en la eurozona cayó un 2,2% adicional, según datos de Eurostat. Pero los políticos siguen repitiendo el mantra: «Lideramos la transición verde». Por supuesto que sí, y nos encaminamos directamente hacia el desempleo verde. El resultado es simple:

Las fábricas se trasladaron a China, India, México y Vietnam, donde hay energía barata, menos burocracia y gobiernos que aún saben lo que significa proteger la producción nacional. Nos conformamos con lo que queda: las reuniones del Parlamento Europeo y un sentimiento de superioridad moral.

Cierre de campos, importación de alimentos. El sector primario europeo —el que alimentaba al continente— también fue «modernizado». Entre 2010 y 2020, cerraron más de 3 millones de explotaciones agrícolas en la Unión Europea. Los agricultores se vieron asfixiados por la burocracia, los objetivos de carbono y una avalancha de regulaciones. Ahora importamos fruta de Chile, cereales de Ucrania y verduras de Marruecos, todo en nombre de la «sostenibilidad».

La lógica es brillante: dejamos de producir localmente para reducir las emisiones… pero traemos los mismos productos en barco y camión, desde 5000 km de distancia. Genial. China se lo agradece.

Mientras debatíamos sobre «identidad de género» y «cuotas climáticas», China compraba Europa, pacientemente, empresa por empresa. Hoy, algunos ejemplos: Volvo pertenece a Geely (China). MG pertenece a SAIC Motor (China). Pirelli tiene capital mayoritariamente chino. Mercedes-Benz y Volkswagen tienen accionistas estatales chinos (BAIC y FAW, respectivamente). Y las baterías eléctricas de la nueva era verde europea vienen… de CATL (China).

Las importaciones de la UE procedentes de China representan el 21 % de todo lo que compramos en el extranjero, pero solo el 8 % de nuestras exportaciones se destinan allí. Resultado: dependencia, déficit y vulnerabilidad.

Europa aporta su conocimiento técnico, China aporta los productos y los beneficios. Poder adquisitivo evaporado. Con el cierre de fábricas, el estancamiento salarial y el aumento de los impuestos, el europeo medio ha perdido lo que más valoraba: el poder adquisitivo.

Hoy, para muchos, el sueño de tener un coche nuevo es el Dacia Sandero: sencillo, barato y funcional. No es culpa de Dacia; es un síntoma de un continente que ya no puede producir su propio Golf. Pero seguimos convencidos de que «somos ricos». Ricos en deuda, en impuestos, en energía cara y en ilusiones.

El europeo moderno se considera desarrollado porque tiene Netflix, paneles solares y comida vegana a domicilio, pero ya no tiene independencia económica, industria ni seguridad alimentaria. La ironía del “progreso”

Europa pasó 25 años luchando contra todo aquello que la hacía fuerte: Contra la agricultura (“contamina”). Contra la industria (“no es sostenible”). Contra el carbón, el gas y la energía nuclear (“no son ecológicos”). Contra la propiedad (“es un privilegio”). Y ahora mira a su alrededor y se pregunta:

“¿Por qué nos estamos empobreciendo?” Quizás porque confundimos progreso con autoflagelación económica. Conclusión: el camino equivocado con orgullo

En el año 2000, compramos el Golf: fabricado en Europa, por europeos, para europeos. En 2025, compramos el Dacia: fabricado en Rumanía, ensamblado con piezas chinas y vendido como un “coche europeo asequible”. La diferencia no está en el coche. Está en nosotros.

El viejo continente se ha convertido en el nuevo cliente. Y mientras China fabrica, India crece y Estados Unidos se reindustrializa, seguimos debatiendo cuántos «géneros» existen y cuántas vacas más emiten CO₂.

Enhorabuena, Europa. Hemos logrado lo imposible: empobrecernos con orgullo.

Los EGOS machacan el trabajo en equipo

Hace unas semanas, el entrenador del Barcelona Club de Futbol, al terminar el partido con el Rayo Vallecano (empate) declaró a los periodistas: “Los egos matan el éxito de un equipo”. Esta sincera confesión de Hansi Flick, me ha hecho pensar mucho sobre este tema, que está a la orden del día. Lo he vivido con intensidad en alguna de las organizaciones en las que he trabajado o colaborado.

Estos días, siguiendo la prensa diaria, observo con preocupación que los “egos” están siendo el pan nuestro de cada día. Veamos algunos ejemplos:

Xabi Alonso, entrenador del Real Madrid, según escribe Rafa Sauquillo en el diario Marca el pasado 23 de septiembre, desde que Rodri se llevo el balón de oro, el rendimiento de Vinícius fue decreciendo, pero su “ego” fue aumentando.

Juliette Binoche, actriz francesa, declara en el diario El Mundo el 19 septiembre que “vivimos en un mundo de locos, de “egos” crueles y horribles. Es urgente reubicarnos con el arte. La esperanza de la creación

Juan Cruz Ruiz, en su libro “Egos Revueltos” cuenta que, en la reunión de un grupo de escritores, la mujer de Ernesto Sábato escribió en un papel “hablad de él, que se está deprimiendo” y lo pasó uno a uno.

En cualquier grupo aparece siempre aquel que necesita atraer la atención y ser, como decían nuestras abuelas, el novio en la boda y el muerto en el entierro.

Un titular reciente del periódico El Mundo, decía con letras muy grandes: “Lucha de “egos” y 100 millones perdidos, refiriéndose al caso del ciclista Juan Ayuso.

A propósito del ciclista, Gianetti pierde la partida y su “ego” se siente atacado, por eso en los últimos meses se ha dedicado a alimentar las polémicas…

Estamos invadidos de “egos”. En política, los casos son tan frecuentes que parece como algo normal. El otro día Calixto Bieito (director de escena) decía “La idea del mal va cambiando, igual que la moral y la empatía”. Nos hemos acostumbrado a ver el mal con indiferencia, como si lo malo fuera bueno. Cuánta hipocresía. Nos vamos acostumbrando a lo soez como si fuera la verdad. ¡Cuántos políticos les deben su fama a las siglas de un partido¡ Muchas personas que se dedican a la política aun no se han dado cuenta que su principal tarea es servir a los demás (compañeros y ciudadanos) y no medrar.

Todos nacemos con nuestro “ego” en el ADN, pero la diferencia entre los que han entendido de que va la cosa y los que no lo han entendido es que unos pasan por la vida dejando poso y los otros dejando quina.

Pero al final ¿Qué es el “ego”? Es la imagen mental que una persona tiene de sí misma, muchas veces inflada o defendida para sentirse valiosa o superior. Está asociado con el orgullo, la autodefensa y la necesidad de reconocimiento.

¿Se puede superar el “ego”? Por supuesto que sí. Depende de uno mismo… ¿Cómo? Conociéndose mejor. Reflexionando sobre los propios pensamientos y emociones. Analizando actuaciones. Pidiendo feedback. Reconociendo errores. Dotándose de una fuerte dosis de humildad. Ayudando a los demás. Como decía un autor, cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos.

Termino con la oportuna frase de Hansi Flick:  “Los egos matan el éxito de un equipo”.

La poderosa ecuación de David Reyero

Hay amigos y amigos colegas. David Reyero cumple las dos vertientes. Es amigo y es colega. Nos conocimos hace muchos años y desde entonces mantenemos una buena relación. Soy un lector asiduo de sus inspiradores e innovadores artículos que puedes ver en su Blog. Es una persona apasionada por su trabajo. Humanista, cercano, inquieto, comunicativo y otras muchas cualidades que le posicionan, en la actualidad, como uno de los profesionales de mayor prestigio en el campo de la Gestión de Personas. Trabaja en la Dirección de Personas de la farmacéutica Sanofi. El martes 4 de febrero presenta su libro «La Ecuación del Éxito Profesional«, donde te ofrece multitud de sugerencias para reflexionar. El evento tendrá lugar en La Casa del Libro (Gran Vía 29, Madrid) a las 19:00. Con tal motivo he hablado con David sobre algunos aspectos relativos a su día a día de trabajo.

¿Cuándo y porque decidiste dedicarte al mundo de los Recursos humanos?

Soy economista (especialidad financiera) y MBA por el IE. Terminé mi Master con 24 años tenía dudas si dedicarme a las Finanzas o a Dirección de Personas (me gusta más que Recursos Humanos). Varios mentores me animaron a dedicarme al área de Personas para poner en valor mi vocación humanista, mi carácter creativo y mi interés genuino de ser un agente de cambio social positivo. No me arrepiento de esta decisión difícil que tomé hace casi 30 años.

Si tuvieras que seleccionar a tu sustituto ¿Qué le pedirías?

Ser buena persona (sólidos valores) y buen profesional es fundamental porque gestionamos un asunto sensible, complejo y muy valioso: las personas en una organización.

En mi rol generalista de Business Partner creo que hay elementos importantes de mentalidad y habilidades: compromiso, capacidad de gestión integral de personas, visión estratégica y de negocio, gestión de transformaciones, innovación, resiliencia y comunicación eficaz para influir a los distintos grupos de interés con valentía y cercanía.

Entiendo la dirección de personas como un arte, una vocación y una pasión a la que hoy podemos añadir valiosos aspectos científicos y tecnológicos para mejorar nuestra eficiencia e impacto.

¿Quién ha sido tu maestro?

Mi familia ha sido fundamental en mi carrera y en mi vida. En el ámbito profesional he tenido mucha suerte con mis jefes. Han sido perfiles tremendamente diferentes y la vez muy potentes: John Cummings, Juan Mora, Iñigo Capell, Pedro Piñar, Miguel Ruiz, Carme Jorda o Anna Kuusinen. Además tuve mentores muy queridos como Joan Amat (IE) o Miguel Angel Gallo y asociaciones como AEDIPE también fueron esenciales en mis inicios laborales.

En tu libro “La Ecuación del Éxito Profesional” hablas de la escasez de lideres ¿cuál crees que es la razón por la que escasea el “liderazgo”?

Creo que hay múltiples factores que lo explican y el progreso en la calidad del liderazgo no es sencillo.

Por un lado, liderar hoy en un entorno tan complejo es tremendamente difícil y dificulta la necesaria influencia y credibilidad: “cisnes negros”, incertidumbre, estrés, competitividad creciente…

Por otro lado, no es sencillo combinar bien el largo plazo (visión) sin caer en la tentación negativa del cortoplacismo y la natural prioridad en la gestión de la carrera individual.

Por último, está la amplia combinación de propósito, mentalidad de crecimiento, habilidades duras y blandas y valores que hoy se requieren para un liderazgo de impacto y sostenible.

Ante este panorama tan retador sugiero volver a las bases: definir un propósito personal que conecte con el colectivo, reforzar los valores (humildad, vulnerabilidad, curiosidad, valentía, compromiso…) o mantener un espíritu de sana exigencia, aprendizaje continuo y escucha activa (dentro y fuera de la organización).

No hay recetas mágicas pero está demostrado que estos ingredientes ayudan a generar seguridad psicológica y credibilidad. Pilares que son críticos de un liderazgo que no quiere atraer y retener talento sino entusiasmarlo, tratándolo con madurez y transparencia y sin sobreprotección.

¿Ha cambiado mucho la Gestión de las Personas en los últimos 10/15 años?

Ha cambiado de manera relevante y en general en positivo. Hoy usamos mejor la tecnología, tenemos procesos funcionales más robustos y hemos ganado influencia interna y externa.

No obstante soy inconformista y creo que tenemos margen de mejora. Algunas líneas de actuación serían: potenciar nuestro conocimiento del negocio, más cercanía con los equipos o jugar un rol más protagonista en las múltiples transformaciones que hoy vivimos. Todos sabemos que la clave de cualquier cambio son las personas y en esto tenemos mucho que aportar valentía y buen criterio.

¿Cómo afectara la Inteligencia Artificial (IA) en tu trabajo?

Creo que tendrá múltiples efectos y la mayoría en positivo: mayor eficiencia en tareas operativas, ayuda en la toma de decisiones complejas, aceleración del aprendizaje, potenciación del networking de calidad…

Considero que la suma de inteligencias (humana y artificial) marca la diferencia y es una oportunidad que abre oportunidades hoy insospechadas. Por ejemplo soy optimista con los profesionales veteranos que se manejen bien con el propmting, multiplicando así su valor añadido y rica experiencia previa.

Debemos ver la IA con mente abierta, como una aliada y a la vez sin obviar sus riesgos, los sesgos que tiene y manteniendo un saludable pensamiento crítico.

Disfruto cuando trabajo con mi equipo

Seguramente estarás trabajando o realizando cualquier otra actividad no laboral con un grupo de personas en tu dia a dia. Pero ya sabes que un grupo no es un equipo. Un equipo es mucho más. Un grupo es un conjunto de personas que trabajan o se divierten, pero sin un objetivo que les una. Por el contrario un equipo es lo mismo, pero lo hacen con un objetivo común. En fin, son unas diferencias de perogrullo, pero que sin duda marcan la diferencia.

Por mi larga experiencia profesional en la que he formado parte de diferentes equipos (profesionales, deportivos, culturales…), puedo destacar algunas de las características que con el transcurso de los años he ido descubriendo. Son «topics» propios y no sacados de ningún libro de autoayuda, aunque sin duda muchos de ellos coincidirán con lo tratado en ese tipo de literatura. Veamos:

Conocimiento. Conocer con detalle a cada una de las personas que van a trabajar contigo te hara todo mas facil. Su familia, su formación, su experiencia, sus aficiones, sus aspiraciones. Saber «el por qué» y «para qué» forman parte del equipo. Con el tiempo se van descubriendo cosas nuevas: la personalidad, el carácter, las manías, la participación, los puntos fuertes, los puntos mejorables… Conocer a los demás ayuda a conocerte a ti mismo y facilita mucho la capacidad de relación.

Compromiso. Esta es una palabra con bastante desgaste, pero que tiene mucha enjundia. Cuando empiezas a trabajar con más gente, es necesario aceptar las reglas del juego. Saber que lo que decide el equipo se convierte en norma de obligado cumplimiento. Sin duda debes ser parte activa en el logro de los objetivos sin regatear esfuerzo. El compromiso exige como contrapartida la confianza. Lo verdaderamente importante es dar más de lo que se te exige.

Confianza. Ya cité esta palabra en el punto anterior y la recalco ahora ya que sin confianza el equipo se convertirá en un gallinero y entonces sólo brillarán los egos, las disputas, las quejas, las justificaciones, la falta de respeto… Si no estás dispuesto a entregarte sin tapujos y sin medias tintas, es mejor que abandones la tarea. Sin confianza no habrá armonía, solo apariencias de trabajo, pero sin resultados visibles.

Compañerismo. Está muy ligado a la confianza, pero va más allá. Si ves algo «raro» en algunos de tus compañeros, lo adecuado y elegante es que hables con el o ella a solas. Es imposible crear un buen ambiente de trabajo, algo absolutamente imprescindible en un equipo, si estás en el «aquí te pillé» y voy a por ti. ¡Inaceptable!, pero real como la vida misma. Compartir, divertirse, celebrar, trabajar, confiar… son palabras que dignifican a las personas que trabajan juntas. Corregir es aceptable. Condenar no es aceptable. Acusar es una traición.

Respeto. En casi todos los equipos hay expertos en diferentes materias y es muy recomendable escucharles con atención. No se puede saber de todo. Respeta para escuchar, aprender y avanzar. Ten en cuenta que la aportación de una persona que domina un tema es un auténtico regalo para el resto de los miembros del equipo y hay que saber aprovecharlo bien.

Actitud. Tu forma de comportarte y de participar puede ayudar o entorpecer el trabajo de los demás. En los equipos no hay enemigos, hay personas con diferentes puntos de vista. La queja no debe tener cabida en la labor del día a día. Aceptar los propios errores es una muestra de madurez personal y potencia la actuación del resto, que te verán como un ser humano y no como un «superstar». Procura siempre tener una actitud positiva, lo del «vaso medio lleno»… No critiques, no condenes ni te quejes.

Preparación. Para formar parte de un equipo que pretende ser productivo, innovador, rompedor es necesario que te prepares. Hay que leer, estudiar, investigar, formarse. Tu conocimiento tiene que ser compartido con los demás. No debes ni puedes guardarte cartas para ser tu el mas «guay». Esto es como un juego de pin pon, yo te doy tu me das… Así todos mejoraremos… El que da, recibe más…

Humildad. No te creas imprescindible, ni que los «galones» se te suban a la cabeza. Actúa como si fueras un aprendiz. No tienes que salirte siempre con la tuya. Evita citarte a ti mismo como ejemplo. Ten en cuenta que los demás te están aportando más de lo que tu crees. El orgullo es muy peligroso y es un veneno que todos llevamos dentro. ¡Ojo con el! No hagas las cosas para que te feliciten, hazlo por que es tu obligación.

Pertenencia. Sentirse parte del equipo es condición indispensable para que todo funcione. Si te consideras o te ves como un extraño, necesitas hablar con el resto de compañeros para analizar qué está pasando. O cambias tu o cambia el equipo, pero no es viable una situación en la que un miembro se siente desplazado. Para involucrarse hay que sentirse parte del todo, sino es mejor abandonar…

Espero que alguna de estas reflexiones te ayuden a mejorar y potenciar tu participación en tu equipo. ¡Suerte!