Hace 50 años que comenzó nuestra travesía marinera. Lo hicimos en un barco de cuatro mástiles que estaba matriculado en la Comandancia de Marina de Baiona la Real con el nombre de “Matrimonio”.
A las cuatro velas del barco les pusimos nombre: compromiso, generosidad, fidelidad y perseverancia. La botadura de la nave fue en el puerto del Club Marítimo Monterreal y el 6 de abril de 1974 los dos marineros se comprometieron a navegar juntos para siempre, recibiendo en la Iglesia de San Agustín de Madrid la bendición que nos impartió José Carlos Areán Pereira, sacerdote y primo carnal nuestro. A la ceremonia asistieron nuestros padres, hermanos, tíos, primos, amigos y compañeros. Un gran día, una gran fiesta.
Hasta la fecha ya hemos atracado en 50 puertos. Está siendo una aventura náutica plagada de sorpresas y descubrimientos. La empezamos Valle y yo solitos con toda la ilusión del mundo y dispuestos a atravesar el océano, sabiendo lo difícil, pero atractivo que es navegar a mar abierto.

Navegamos durante nueve meses solos, descubriendo las maravillas de ese barco llamado «Matrimonio”. Valle aprovechaba la calma del mar para estudiar y yo para pescar, ya que teníamos que comer y el mar nos regalaba buenos manjares. Los días pasaban muy rápido y había que disfrutar de un mar azul y brillante que nos llenaba de energía, alegría y ganas de vivir. La travesía iba a ser larga y desconocíamos lo que el día a día nos podría deparar.
El día 5 de enero de 1975, atracamos en tierra y dejamos de estar solos. Empezaron a unirse a nuestra singladura más navegantes. Primero, nuestros seis hijos (Ana, Javier, Laura, Ignacio, Paloma y Cristina). Después en diferentes puertos embarcaron nuevos tripulantes (Tito, Paula, Álvaro, Cristina, Borja y Julián). Más tarde hubo que ampliar los camarotes porque se nos añadieron 17 polizones (nuestros nietos: Lucia, Pablo, Carlos, Rafa, Mateo, Paloma, Jaime, Asís, Alfonso, Marta, Mariana, Lourdes, Ana, José María, Borja, Fernando y Juan). Desde entonces seguimos navegando con una gran tripulación de puerto en puerto hasta que lleguemos al destino final.

La travesía está siendo con mar calmado, aunque algunas veces nos sorprende el mar picado, pero el barco nunca se fue a pique y hoy sigue a flote con el rumbo más firme que nunca y con el viento a favor. Navegamos viento en popa a toda vela, pero por si acaso el mar, que es muy imprevisible, se revuelve llevamos el chaleco salvavidas a la vista.
Como buenos marineros sabíamos nuestro destino, la ruta a seguir y si nos perdíamos tirábamos de la brújula.
Os preguntareis por el significado de las cuatro velas. Pues os diré lo que significan:
El compromiso lo podrimos definir de forma sencilla como cumplir todo lo que, como esposo, padre, abuelo, trabajador, me exige mi condición de casado, y además hacerlo con pasión, ilusión y muchas ganas de agradar. No se trata de ser héroes, se trata de ser personas normales. El compromiso matrimonial es para gente valiente, gente con principios y valores, gente que quiere cumplir las promesas. El matrimonio sacramental es un compromiso de por vida.
La generosidad es lo contrario al egoísmo. Es dar sin esperar recibir nada a cambio. Es estar dispuestos respetar al otro tal cual es. Es saber regalar tiempo, cariño, dedicación. Es ponerse en la piel ajena. Es anticiparse a las necesidades. Es respetar la intimidad de la otra persona. Es hacerse pequeño para que el otro sea grande. Es estar abiertos a la vida. Es saber que las relaciones íntimas son un magnífico camino para entregarse al otro. En definitiva, la generosidad es el olvido de sí mismo.
La fidelidad es la promesa de amor entre un hombre y una mujer sobre la cual está fundada la familia. La fidelidad a la promesa hecha el día de nuestra boda nunca destruye la libertad. La libertad y fidelidad se sostienen mutuamente. En un ambiente excesivamente mundano y placentero es necesario ejercitar esa libertad para escoger el camino que nos conduce a la felicidad. Ser fieles no significa ser unos ingenuos, al contrario, significa ser imaginativos, alegres, coherentes.
La perseverancia es una virtud clave. Por más que lo deseemos, no siempre las cosas saldrán como nos gustaría, las personas y las relaciones siempre tienen sus altibajos, pero debemos ser insistentes y prudentes. Debemos reconocer y saber evaluar cada situación y no abandonar a la primera. En algunos casos pueden surgir conflictos sin importancia, por lo que no vale la pena discutir. Eso sí, es muy recomendable aclarar que ha pasado y porqué ha pasado. Cuando las dos personas hablan sobre lo acontecido es más fácil identificar la causa y poner remedio al incidente.

Estas cuatro virtudes, aunque hay más, me parecen claves, pero lo más importante en un matrimonio cristiano es ponerse en manos de Dios. Pensar que solos, la tarea puede ser más dificultosa, pero cuando le pones a Él en el centro de tu matrimonio las cosas funcionan mucho mejor.
En plena travesía, el 6 de abril de 2024, con motivo de la llegada al puerto número 50, hicimos un amarre en el pantalán de El Escorial donde asistimos, en la bonita capilla del Real Centro Universitario Escorial-Maria Cristina, a la Misa de Acción de Gracias, oficiada por el Padre Vicente Martín de la Orden de los Agustinos, por todo lo que el Señor nos está mimando. A continuación, celebramos un almuerzo familiar como si fuera el primer día de nuestra aventura.
La travesía sigue hasta el final del destino…
Enhorabuena!!!
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Me alegra leer tu aventura, pues aunque ya tenía noticias directas de ti, ha sido un placer leerte. Y felicitarte por la larga singladura. Un abrazo para ambos. Luis P.
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Enhorabuena y muchas felicidades Jaime y Valle…!!!
Qué bien que lo hayáis celebrado de esa manera… Mañana me uniré a vuestra acción de gracias en la Misa aquí en Vilar.
Un fuerte abrazo,
Salva
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