Con la aprobación de la ya famosa “Ley Celaá”, que permite a los alumnos seguir pasando de curso con suspensos a cuestas, se escribe un capítulo triste en la educación española. ¿Cuál será el nivel intelectual de nuestros jóvenes en los próximos años? El informe PISA viene año tras año ratificando el muy deficiente estado de la educación, pero no aprendemos.
Cuando más importante era un pacto nacional que pusiera fin al desaguisado educativo, la señora Celaá, educada ella y sus hijas en colegio privado concertado, se lanza a presentar una ley sin ningún tipo de acuerdo con las partes esenciales del concierto educativo. En los años que llevamos de transición ninguna ley de educación había sido aprobada sin aceptar ninguna de las múltiples enmiendas presentadas.
Entre las pantallas, las redes sociales, la televisión, la moda y la ley de educación, estamos criando una generación de “insensibles sociales”. No hay nada más que ver a los adolescentes todo el día enganchados al móvil, extasiados, embelesados, atontados. Ver lo que publican en Instagram es suficientemente significativo para ver qué está pasando.
Pero afortunadamente, no todos los chavales son iguales, los hay muy trabajadores, curiosos, creativos, con ganas de aprender y buscar un trabajo digno que les ayude a posicionarse en un difícil mercado laboral. Con esta ley se infravalora el esfuerzo de estos buenos estudiantes, pero ya se sabe que el socialismo como el comunismo siempre han perseguido la igualdad, pero por abajo, nunca por arriba. Vamos a ser cada vez más incultos igualitarios… ¡Una pena!
Estos días ha circulado por WhatsApp un vídeo atribuido a Jesús Quintero, más conocido por “El Loco de la Colina”, cuyo texto reproduzco íntegramente porque me parece que resume muy bien el espíritu de esta triste “Ley Celaá”. Esto dice:
«Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza. Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un maldito libro en su puñetera vida. De no importarle nada que pueda oler levemente a cultura. O que exija una inteligencia superior a la del primate.
Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación. Saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos.
La televisión cada vez se hace más a su medida. Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quiere que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera.
El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario para que ellos puedan entenderlo y digerirlo. Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura. La que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas. Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco. A los que aspiramos a un poco más de profundidad»
Esperemos que el futuro sea más esperanzador, pero sin duda hay que trabajar mucho para acabar con la chabacanería, el mal gusto, la incultura. En definitiva se trata de hacer una sociedad culta, con valores, respetuosa con el discrepante, con miras al bien común y pensando más en el bien de las personas y menos en la ideología. Un objetivo retante pero alcanzable…
Gracias Jaime, un fuerte abrazo,tu tocayo
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