Illa, este hombre tristón, apagado, filósofo del «tres al cuarto», ante la imposibilidad de dar cuentas en el Parlamento de la debacle que ha supuesto su gestión, ha rogado a su jefe que le de otro carguito con el que seguir viviendo a costa del estado, es decir de los ciudadanos españoles. Su jefe accedió a la petición y, después de intentar arruinar a la Comunidad de Madrid, lo envía a su pueblo, es decir a Cataluña. ¡Cataluña, esa hermosa ciudad española! Qué pena como se la están cargando..
El «Salvador» de la Sanidad en España, el filosofillo Illa, tan solo un día antes de que su jefe, el de la tesis falsa, le nombrara candidato a presidir la Comunidad Catalana, volvió a mentir (cosa normal en este Desgobierno), al afirmar con rotundidad en los medios de comunicación que él no iba a ser el candidato del PSC a la Generalitat, que sin duda el nominado era Miguel Iceta. Como de costumbre, la mentira ha sido la línea constante de este pobre ministro, que se lleva en su CV la nada despreciable cifra de 80.000 muertos. Eso sí, se ha valido de todo lo humanamente posible, para que en los medios no apareciera ni un solo ataúd. ¡Que triste!
En su partido no hacen nada más que elogiar su desastrosa gestión. Como si fuera el héroe de salvar, como dijo su jefe, a más de 200.000 personas. Pertenece a un gobierno asentado en la propaganda, la complacencia, la soberbia… y así, día tras día, en la pandemia nos ha hecho unos relatos dignos de novela. Después de un triste encierro de meses en casa con un confinamiento que no olvidaremos, piensa que su trabajo ha sido digno de un reconocimiento nacional. ¡Pobre hombre!
Sería bueno que recordaremos algunas, tan solo algunas, de las desfachateces que este filosofillo cometió, y que para sus compañeros de Desgobierno han sido «medallas». Veamos:
Negó en marzo la llegada del virus, afirmando con toda rotundidad que estábamos fuera de peligro. Tal vez estaría pensando en el ya triste y amargo ocho de marzo, en el que muchas de sus compañeras se contagiaron y contagiaron, incluida la esposa de su jefe. Eso sí, se dieron un regustazo que no olvidaran. Había que verlas saltar. Pero no te lo pierdas, algunas como Carmen Calvo, llevaban mascarilla. Pero si su compañero, responsable de la sanidad en España, dijo que no existía peligro, ¿Porque se la ponía? Cosas de la Moncloa…
¿Has olvidado a nuestros sanitarios vestidos con bolsas de basura? Yo no lo olvido, me supuso un impacto muy grande. Ver a los que tenían que cuidar de nuestra salud haciéndose sus propios EPIS, no solo daban pena, daban vergüenza ajena. Y el filosofillo compareciendo con el médico (no doctor), Fernando Simón a diario para contarnos el «relato» del día. ¡Bochornoso!
El ahora candidato al tripartito catalán, dijo solemnemente que las mascarillas no servían para nada. Pero ¡ojo! cuando cambió de opinión encargó al país que había importado el virus unas toneladas de mascarillas, que luego hubo que devolver porque no reunían los requisitos exigidos por las normas internacionales de salud pública. Luego fue incapaz de rebajar el IVA porque decía que la Unión Europea no se lo permitía, argumento que resultó, una vez más, ser falso.
España, se posicionó en el número uno del ranking de personal sanitario contagiado, a pesar de que decían que es el país con mejor nivel de atención médica. Todas las noches teníamos que homenajear a los que con condiciones inhumanas estaban luchando por minimizar el impacto del virus. Y mientras Illa a lo suyo.
Illa, por mandato de su jefe puso al Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel Santiago a vigilar y rastrear a todos aquellos, que haciendo uso de su libertad personal, criticaban la nefasta gestión de un ministro. Parece surrealista, pero esto ocurrió de verdad.
¿Te acuerdas de la historia del «Comité de Expertos»? Pues una vez más nos mintieron. Cada vez que salía el filosofillo a dar su consabido relato nos decía que él se guiaba por los consejos de sus expertos, expertos que nunca existieron. Pero el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG) les obligó a publicar los nombres y resultó que eran funcionarios muy respetables, pero ciertamente no eminencias como requería la situación.
El postre final ha sido la historia de las vacunas. Según llegan en avión para su reparto se las etiqueta con un cartel muy visible en donde se puede leer «Gobierno de España», cosa que no hizo ningún otro país de la Unión Europea. Se quería apuntar un éxito, pero la gente «inteligente» ya se da cuenta de que va la historia.
Pero mucha gente se hace la siguiente pregunta: Si el ministro ha hecho tan buena gestión ¿Por qué se le quita? Parece una incoherencia. Pero si no lo ha hecho mal ¿Cómo se le manda de candidato a Cataluña, a un puesto de enorme responsabilidad? This is the question…
Me he dejado muchas más «meteduras de pata» del filósofo, pero no me quería extender más. Con estas muestras creo es suficiente. Este filósofo nos deja tan helados como la situación que hoy padecemos en España, especialmente en Madrid, con esta nevada tan absolutamente descomunal…
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