El piropo es un delito, y desearle la muerte a alguien, libertad de expresión. Así están las cosas. Si, ver para creer. Que estos días hayamos tenido terrorismo callejero para proteger a un delincuente dice mucho de nuestra sociedad actual. Afortunadamente nuestra juventud es mucho más sana que esa panda de niños vagos, nacidos para el odio, incapaces de ponerse a trabajar, aunque les oferten un trabajo, matones profesionales, cobardes, sin escrúpulos ni valores. Son escoria, no merece la pena dedicarles más tiempo. Decía un tuit el otro día “Acaban de tirar una oferta de trabajo en medio de los disturbios de apoyo a Pablo Hasel y se han disuelto los manifestantes inmediatamente”
Al que si hay que dedicarle tiempo es al vicepresidente del Gobierno de España. Muy conocidos son los videos que circulan por las redes sociales en los que el Marqués de Galapagar incita a la violencia. Además, no lo disimula. Acaba de presentar una Proposición de Ley para proteger la libertad de expresión, que incluye, entre otras medidas, derogar los delitos por injurias a la Corona o por enaltecimiento del terrorismo. Está deseando poder insultar sin ningún tipo de represalia. Para el Marqués, el insulto, la violencia y la demagogia son armas poderosas para engañar a la gente sin preparación ni formación. Es el “modus operandi” del comunismo más casposo y rancio que existe.
Para la pareja de Galapagar una pintada a varios kilómetros de su mansión es una cosa intolerable, pero destrozar la puerta del Sol o la Plaza de Cataluña y agredir a policías es defender la libertad de expresión.
Dice Mikel Buesa en Libertad Digital: “No deja de ser sorprendente que, mientras alienta y jalea la violencia callejera con ocasión del encarcelamiento de Pablo Hasel, el partido de Iglesias arremeta contra la libertad de información exigiendo el control de los medios de comunicación. Claro que, si prescindimos del impulso revolucionario que anima a ese dirigente político y a ese partido, entonces no entendemos que la lógica del asunto no está en la defensa de unos supuestos derechos sino en el objetivo de derribar la democracia lo más rápidamente que sea posible”
La Constitución Española establece en el artículo 20 “Se reconoce y protege los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción…”. Pero el Marqués solo saca la Constitución cuando le conviene. La Carta Magna no dice que se expresen insultos, porque el insulto no entra en la categoría de idea ni de opinión. El insulto según la RAE es una acción que ofende o humilla a una persona. Claro que la pareja de la Ministra de Igualdad solo sabe ofender y humillar. Han sido muchos años asesorando a los dictadores Hugo Chaves y a Nicolas Maduro y todo se pega.
El pasado 13 de febrero, Xosé Luís Barreiro Rivas decía en La Voz de Galicia: Cada día nacen más dogmas -sobre la ciencia, el género, el individualismo libertario y el maniqueísmo social y político- que dan lugar a la represión social del discrepante, y a una serie de métodos que -bajo el prolijo uso de términos infamantes como negacionista, fascista, extremista (de derechas, of course ), machista, creacionista o creyente (católico, claro, porque en la magia, el destino y la suerte se puede creer) -, que intentan evitar que ciertas opiniones ya dominantes, o en proceso de serlo, pueden ser enmendadas por los que no le reconocen a nadie la infalibilidad.
Es absolutamente necesario dar batalla en esta guerra cultural para no dejarnos avasallar por una extrema izquierda que sabe muy bien cómo utilizar algunas palabras para “engatusar” al ingenuo.